El fiasco del experimento

Moisés Rodríguez Quesada le sabe a la historia de los grupúsculos contrarrevolucionarios en Cuba. Vivió entre ellos. Por eso cuando le piden despojarse del velo de la memoria alude a un año: 1980.

Fue en esa época que conoció a Elizardo Sánchez Santa Cruz Pacheco, El Camaján. «Ahí iniciamos una relación» que también se extendió a «otros vinculados con él, en el propósito de crear un movimiento de “derechos humanos en el país», en correspondencia con el añejo interés del gobierno de Estados Unidos de acabar con todo aquello que huela a Revolución en la Isla.

La punta de lanza era esa, pero «ya después Washington ordena que no solamente se crearan esos grupos sino también de artistas, de profesionales de diferentes ramas…, en fin, los de corte político», rememora Moisés, quien fuera primer vicepresidente del llamado Comité Cubano Pro-derechos Humanos surgido por aquel entonces. Sigue leyendo