Mariela Castro: Cuba siempre sorprende

Entrevista del periódico francés L’Humanité, realizada por el periodista Bernard Duraud, a Mariela Castro Espín, directora del Centro Nacional de Educación Sexual en Cuba.

Hija del presidente cubano Raúl Castro y de Vilma Espín, gran figura de la Revolución Cubana, ya desaparecida, Mariela Castro Espín, 49 años, es directora del Centro Nacional cubano de Educación Sexual (CENESEX), militante contumaz de los derechos de los homosexuales y de los transexuales, discriminados durante mucho tiempo, está en el origen de importantes cambios que les conciernen.

Desde hace varios años usted desarrolla un combate a favor de la libertad de orientación sexual y de la identidad de género en Cuba. ¿En qué punto están en la actualidad?

Estamos en un buen momento. Este es el resultado de un trabajo de varios años. Desde la creación de la Federación de Mujeres Cubanas, en los años sesenta, se abrieron los caminos que permitieron desarticular poco a poco los prejuicios ligados a la sexualidad y al género. Este trabajo nos ha permitido abordar, antes que enfrentar otras formas de discriminación, que existen de manera cotidiana en nuestra cultura y nuestra sociedad. Respecto a la homofobia, no es fácil cambiar la manera de pensar de toda la sociedad. Pero cada acción puede tener éxito, por intermedio de una incidencia, en el campo educativo, apoyándose en los medios de comunicación, televisión y radio, en el marco de una estrategia compleja. Hay que estar en todas partes. Esto implica la presencia de una voluntad política para operar todos estos cambios y que sea expresada por intermedio de una ley concreta, explícita, que pueda apoderarse de este problema.

Usted ha elaborado un proyecto de ley, ¿avanza?

Una de nuestras propuestas legislativas concierne al Código de Familia, código civil aprobado en 1975, por iniciativa de la organización de mujeres, y ampliamente discutido. Este Código funciona pero, desde hace más de quince años, participamos, como institución, en el combate de la Federación de Mujeres Cubanas para transformarlo a fin de garantizar mejor los derechos de la mujer, de los niños, de los discapacitados y de los adultos mayores. En esta lógica, el CENESEX propone un nuevo artículo que incluya la libre orientación sexual y la identidad de géneros. No se trata de un Código cuyo cumplimiento sea obligatorio, pero que sirve para establecer valores en el seno de la familia. Agrego que este Código, una vez que sea votado, deberá incluir además otros elementos porque muchas otras leyes también van a cambiar. Con la nueva ley, los transexuales tendrán el derecho a modificar sus documentos de identidad. Lo que supone que sean sometidos a una intervención quirúrgica para cambiar de sexo. En 2008, ya logramos, bajo la égida del Ministerio de Salud, establecer una serie de procedimientos de asistencia de salud especializada que necesitan las personas transexuales, incluyendo el cambio de sexo. Estas intervenciones son totalmente gratuitas y están en el presupuesto del Estado. Somos el único país en haberlo hecho completamente. Pero aún no se cambian las identidades si no hay intervención quirúrgica. Este es el proyecto de ley. Ya está redactado, sólo falta presentarlo a la discusión política.

¿No ha enfrentado usted obstáculos de orden político y religioso?

Los frenos no son los prejuicios de toda la población. En esta sociedad heterogénea en la que vivimos, en las iglesias, e incluso en otras estructuras existentes, hay personas que nos apoyan y otras que no nos apoyan. Hay dirigentes religiosos que están de acuerdo y otros no lo están. Sigue leyendo

Yo no fui al Moncada para eso

Les confieso que dentro del discurso de Raúl, presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, durante la calusura del Sépitmo Periodo Ordinario de Sesines de la VII Legiuslatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, me resultó particularmente ineresante y a la vez emocionante la parte referida a un doloroso incidente «causado por errores en la aplicación de la política de cuadros y en la relación hacia la religión que motivaron la sustitución injusta de una compañera del cargo que desempeñaba con buenos resultados».   «Yo no fui al Moncada para eso», afimó Raúl al relatar la injusticia cometida y ofrecer pública reparación moral a la agraviada.  

Dijo en su discurso que «al abordar esta cuestión públicamente persigo el objetivo de reparar esa injusticia y de paso presentarles un ejemplo elocuente del daño que ocasionan a las personas y a la propia Revolución conceptos obsoletos, por demás contrarios a la legalidad, todavía enraizados en la mentalidad de no pocos dirigentes en todos los niveles.

La citada compañera, de quien me reservo la identidad, el centro de trabajo e incluso la provincia, no en aras del secretismo inútil, sino del respeto a su privacidad, es de origen humilde, casada y madre de dos hijos, los dos y ella misma militantes del Partido, al igual que su esposo ya jubilado; con una destacada trayectoria laboral, y fue víctima de la mentalidad imperante, en distintos niveles del Partido y el Estado, por profesar creencias religiosas y acudir algunos domingos al culto en la iglesia de su localidad. Sigue leyendo