(En tres ocasiones me llegó esta entrevista realizada por Wilmer Rodríguez al intelectual cubano Alfredo Guevara. En el mensaje que acompañaba a uno de los email me pedían que la publicara en Kimbomboqueresbala y aquí va. En esta propuesta lo que cambié fue el título)
El invierno de 1945 fue una época traumática para la política internacional. Había concluido la Segunda Guerra Mundial, y en agosto de ese año, dos bombas atómicas habían arrasado con las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Mientras esto acontecía del otro lado del mundo, en la Universidad de La Habana, dos jóvenes se conocían por vez primera. Uno había matriculado Filosofía y Letras, el otro Derecho. Eran Alfredo Guevara y Fidel Castro. Guevara, uno de los intelectuales más lúcidos de nuestro país es uno de los pocos que conoce detalles de las andanzas de aquel estudiante de leyes por el Patio de los Laureles, la Plaza Cadenas, y su inmediata inserción en la política universitaria y nacional de los años 40.
A sus 84 años de edad, Alfredo Guevara preside la Fundación del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano. Para contar lo que puede decir de aquellos años en que Fidel emergía como figura política, me invitó a su despacho en una casona de El Vedado, allá por las calles 2 y 19. La cita fue fijada para el mediodía del 12 de julio de 2010. Cuando el reloj marcaba la hora doce, este periodista y dos buenos amigos del Secretariado Nacional de la FEU, organización que apuesta por el rescate de su memoria histórica, llegamos a los jardines de la mansión, donde aguardaba por nosotros el fotógrafo Liborio Noval.
Ya en el segundo piso, vimos a Alfredo. Estaba sentado frente a una mesa rectangular, donde perfilaba las letras de varios documentos. Esperamos. Después nos invitó a su despacho, un lugar que invita a revelar secretos y recordar sucesos acontecidos hace más de seis décadas.
Unos días antes del encuentro, Alfredo por mediación del profesor universitario y ayudante personal Julio César Guanche, solicitó el cuestionario de la entrevista. Les confieso que esa petición no fue de mi agrado, pero por tratarse de Guevara accedí.
Alfredo comenzó el diálogo diciendo que las preguntas estaban “complicaditas” pero iba a responderlas todas. Y así lo hizo. En más de una ocasión me solicitó que detuviera la grabación, solo así respondió cuestiones comprometedoras.
Aunque no parezca cierto, Alfredo me confesó que no soporta reunirse con viejos porque « siempre hablan de los mismo. Ellos nos son capaces de salirse del pasado”. Sigue leyendo →